Hecho histórico (II). Brujos.

Además de las hechiceras, también había brujos que adoraban a Satán y realizaban aquelarres o sabbats.
Los aquelarres eran reuniones secretas que generalmente se realizaban en una cueva o en un bosque y en las que se adoraba al diablo. Su rito estrella consistía en la iniciación en la secta de un neófito. Para llevarla a cabo, el brujo o bruja que presentaba al niño -que tenía que tener seis años o más- iba a por él dos o tres horas antes de la medianoche, lo preparaba untándole todo el cuerpo con grasa de gato o lobo y leche de burra, y juntos volaban hasta el aquelarre. Allí se encontraban, sentado en un trono, al diablo bajo la apariencia de un macho cabrío feo y airado. Ante aquel cabrón, el neófito debía renegar de Dios, de la Virgen, del Bautirmo, de la Confirmación... hasta de sus padres. A continuación besaba el ano del demonio y este lo marcaba imprimiendo en sus ojos la señal de una pata de sapo. Aquel iniciado quedaba más tarde al cuidado de una manada de sapos con los que las brujas hacían los venenos.

Hecho histórico (I). Hechiceras
Hecho histórico (III). La caza

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